Ya la he escrito demasiado. Ya la hemos dicho demasiado y oído y leído. Ya está bien. Necesitamos un repiro porque entre el puto calor y las jodidas noticias van a conseguir acabar con lo poco que nos queda... el derecho a frivolizar.
Ninque sea un poquito!!!!!
Quizá os pase lo mismo que a mí. Desde hace meses me cuesta divertirme. Y os juro que lo intento!! Pero me es increíblemente difícil.
Lo curioso es que esta fase alicaída, descorazonadora y apática coincide con mi momento austero. Hace muchos meses que no compro ropa ni nada trivial más allá de algún libro. Os lo juro!
Hola, me llamo Lula y soy... soy... soy ANTICONSUMISTA!!!!!!!!
Me lo he descubierto!!!! A ver, consumir, consumir, consumo... compro comida (no necesariamente sana) y algún que otro libro. Punto. Pero ya no compro ropa y cosas de esas. Yo diría que llevo así... mmmm... desde principios de este año, más o menos. Si lo pienso bien, no ha sido tanto por dinero como por inapetencia. Quizir, no compro porque ya no me apetece.
Un momento, que lo repito... NO ME APETECE COMPRAR!!!!!!!!!
Ahora volvamos a leer lo del principio de este post: tenemos derecho a la frivolidad. Claro que sí, porque eso nos hace humanos.
No puede ser casualidad que todos estos meses de anticonsumismo coincidan justamente con mi fase alicaída en la que me es tan complicado divertirme. Las dos cosas tienen que estar relacionadas por cojones.
Y espero que no hagáis segundas lecturas de todo esto, porque en absoluto es una apología del consumo. Más bien justo lo contrario.
Pero no os preocupéis, que tengo una segunda teoría. Partamos de la premisa de que para salir de la fase no-me-divierto necesito volver a consumir cosas triviales. Ok. Pero no puedo volver a hacerlo como antes, en plan mogollón, ale, ale, que me los quitan de las manos... y repetimos, ya no por una cuestión de pasta, es que simplemente me resulta desagradable.
Yo ahora soy esa que mira a las que van con 20 bolsas de Zara en las manos y se incomoda, en plan, qué horror!!
Yo ahora soy esa que ve a una egoblogger enseñar sus compras... y pota.
Así que volvamos al consumismo por la vía chica. Compremos algo que sea un capricho, pequeño y pelín fetiche.
Y como os encantan la listas más que a un loro una pipa, aquí va mi lista neoconsumista:
-El rolón para las ojeras de Kiehls. Seguramente será una gilipolles y no hará nada, pero tiene ese 'qué se yo' que le convierte en runrún. El neorunrún.
Es este, el Facial Fuel Eye De- Puffer y vale 20 euros:
-Hacerte una manicura o una pedicura. Yo estoy convencida de que el boom de la uñamanía está relacionado con esta necesidad neoconsumista. Por 10 o 20 euros llevas uñas de millonaria y estás feliz. Empiezas a poder divertirte.
-Un pintalabios caro. Aquí opino lo mismo que con las manicuras. Esa teorías de que en tiempos de cri... quizir, en tiempos difíciles aumenta la venta de pintalabios, obviamente, es por eso. Añado lo de caro porque a mí no me provoca la misma sensación comprarme un Deliplus (cosa que no he hecho jamás porque no veo la necesidad de tener un pintalabios de Mercadona) a comprarme uno de Chanel, Dior... Sé que eso es un matiz personal. Esnob. Fetiche.
-Un cepillo de Mason Pearson. Lo siento, pero para mí este es EL neorunrún. Llamadme rarita. Estoy hablando de no comprar una mierda y ahora me descuelgo con pagar un pastón por un puto cepillo. Lo sé. Soy consciente de mi bipolaridad.
Yo os aseguro que puedo estar un año entero sin comprar NADA y luego pagar 100 jauros por un Mason Pearson y salir ipso facto de mi etapa no-me-divierto.
Coño, es que es el jodido antídoto. Punto.
-Un jabón mágico del Dr Bronner. Pues porque sí, porque son muy guays y muy neos y muy ecos y muy todo... y porque por algún sitió leí una vez que hasta lo puedes usar de pasta de dientes. Cágate.
-Alguna chorradita de Erik Gutter. Cerámica bonita y no prohibitiva. Comprar algo así, pequeñito y mono, simplemente porque sí...
A ver si decís más y me los apunto.
Besos a todas.
Lula P.