jueves, 28 de junio de 2012

Neorunrún o el derecho a frivolizar

Empiezo a escribir esta entrada con el firme propósito de no poner la palabra de moda, esa que empieza por cri y acaba por sis.

Ya la he escrito demasiado. Ya la hemos dicho demasiado y oído y leído. Ya está bien. Necesitamos un repiro porque entre el puto calor y las jodidas noticias van a conseguir acabar con lo poco que nos queda... el derecho a frivolizar.

Ninque sea un poquito!!!!!



Quizá os pase lo mismo que a mí. Desde hace meses me cuesta divertirme. Y os juro que lo intento!! Pero me es increíblemente difícil.

 Lo curioso es que esta fase alicaída, descorazonadora y apática coincide con mi momento austero. Hace muchos meses que no compro ropa ni nada trivial más allá de algún libro. Os lo juro!

 Hola, me llamo Lula y soy... soy... soy ANTICONSUMISTA!!!!!!!!

 Me lo he descubierto!!!! A ver, consumir, consumir, consumo... compro comida (no necesariamente sana) y algún que otro libro. Punto. Pero ya no compro ropa y cosas de esas. Yo diría que llevo así... mmmm... desde principios de este año, más o menos. Si lo pienso bien, no ha sido tanto por dinero como por inapetencia. Quizir, no compro porque ya no me apetece.

Un momento, que lo repito... NO ME APETECE COMPRAR!!!!!!!!!

 Ahora volvamos a leer lo del principio de este post: tenemos derecho a la frivolidad. Claro que sí, porque eso nos hace humanos.

No puede ser casualidad que todos estos meses de anticonsumismo coincidan justamente con mi fase alicaída en la que me es tan complicado divertirme. Las dos cosas tienen que estar relacionadas por cojones.

Y espero que no hagáis segundas lecturas de todo esto, porque en absoluto es una apología del consumo. Más bien justo lo contrario.

Pero no os preocupéis, que tengo una segunda teoría. Partamos de la premisa de que para salir de la fase no-me-divierto necesito volver a consumir cosas triviales. Ok. Pero no puedo volver a hacerlo como antes, en plan mogollón, ale, ale, que me los quitan de las manos... y repetimos, ya no por una cuestión de pasta, es que simplemente me resulta desagradable.

Yo ahora soy esa que mira a las que van con 20 bolsas de Zara en las manos y se incomoda, en plan, qué horror!!

Yo ahora soy esa que ve a una egoblogger enseñar sus compras... y pota.

Así que volvamos al consumismo por la vía chica. Compremos algo que sea un capricho, pequeño y pelín fetiche.

Y como os encantan la listas más que a un loro una pipa, aquí va mi lista neoconsumista:

 -El rolón para las ojeras de Kiehls. Seguramente será una gilipolles y no hará nada, pero tiene ese 'qué se yo' que le convierte en runrún. El neorunrún.

Es este, el Facial Fuel Eye De- Puffer y vale 20 euros:






 -Hacerte una manicura o una pedicura. Yo estoy convencida de que el boom de la uñamanía está relacionado con esta necesidad neoconsumista. Por 10 o 20 euros llevas uñas de millonaria y estás feliz. Empiezas a poder divertirte.

 -Un pintalabios caro. Aquí opino lo mismo que con las manicuras. Esa teorías de que en tiempos de cri... quizir, en tiempos difíciles aumenta la venta de pintalabios, obviamente, es por eso. Añado lo de caro porque a mí no me provoca la misma sensación comprarme un Deliplus (cosa que no he hecho jamás porque no veo la necesidad de tener un pintalabios de Mercadona) a comprarme uno de Chanel, Dior... Sé que eso es un matiz personal. Esnob. Fetiche.


 -Un cepillo de Mason Pearson. Lo siento, pero para mí este es EL neorunrún. Llamadme rarita. Estoy hablando de no comprar una mierda y ahora me descuelgo con pagar un pastón por un puto cepillo. Lo sé. Soy consciente de mi bipolaridad.

Yo os aseguro que puedo estar un año entero sin comprar NADA y luego pagar 100 jauros por un Mason Pearson y salir ipso facto de mi etapa no-me-divierto.

Coño, es que es el jodido antídoto. Punto.





-Un jabón mágico del Dr Bronner. Pues porque sí, porque son muy guays y muy neos y muy ecos y muy todo... y porque por algún sitió leí una vez que hasta lo puedes usar de pasta de dientes. Cágate.




 -Alguna chorradita de Erik Gutter. Cerámica bonita y no prohibitiva. Comprar algo así, pequeñito y mono, simplemente porque sí...




Pues eso, que bienvenidas a la era de los neorunrunes.

A ver si decís más y me los apunto.

Besos a todas.

Lula P.

martes, 19 de junio de 2012

Preparadas para los hombres Trivago


Lo bigotes nunca fueron cool. Los modernos lo intentaron con todas sus fuerzas, pero va a ser que no. Al bigote le pasa lo mismo que a las chanclas de playa, solo el que las lleva cree que molan mil.

Pero las barbas... las barbas son otra historia.

Son aventureras.



La barba tupida es sexi, molesta, muy molesta, pero sexi, interesante y übermasculina.




Así que, niñas, preparaos, porque se llevan las barbas. Llegan días de acumular paciencia, de picores en el cutis por culpa de ellos, que se emperrarán en no afeitarse. Porque en realidad, lo que todos quieren ser ahora son hombres Trivago.

 


Ay, mare, mare… un gran macizo con barba y al que encima hasta le queda bien el moñete yoggini, que puede ser muy ridículo pero no en él.




Si lo ve Javier Marías le escupe fijo, él, que odia el pelo largo y no digamos las colas o los moños.



Como condición indispensable para llevar barba tupida pongo aquí la LIMPIEZA ABSOLUTA. Un barbudo tiene que ir siempre muy limpito. Punto. No hay negociación.

Es un machote... lleva Redwings!



No seáis vagos, coño, sino Trivagos. Las barbas se tienen que cuidar!! Hay que recuperar YA la figura del barbero:



Porque, a la que se descuiden, puede dar mucho miedo acercarse a ellos.

Así que, machotes, hay que huir del look carrilano. 

Lo suyo es llevar barba tupida e ir de dandi por la vida.





Que te da pereza? Pues si estás muy bueno también puedes meterte sudaderas y relajarte un poco. Pero solo si estás muy bueno.



Y esto es como todo, no todos podéis ser unos barbudos. Como característica principal de los hombres Trivago debo decir que son una especie rarísima que sin la barba se reducen a una gran NADA.

A esta gran nada:



Yeeeep, el último de la foto es el mismito hombre Trivago, pero imberbe. El modelo Cristian Göran descubrió LA vida cuando le dijeron que se dejara barba.

Lo sé, estáis en shock.

Pues eso, niñas, preparad ungüentos ya para aliviar las rojeces. Que las rozaduras pican, aunque estén tan guapos.

Besos a todas

Lula P.


jueves, 14 de junio de 2012

El arte de elegir pañuelo


Lo sé, es un coñazo leer por enésima vez sobre la moda de Mad Men. Me da vergüenza escribir este post. Pero hay dos motivos fundamentales: estoy muy vaga (as always) y ahora la moda me interesa poco o casi nada. No es culpa mía, es culpa de la crisis, como todo. Si estás en época de austeridad, te toca un pie qué coño sale en el lookbook de Zara y te resbala que se lleve el color menta.





Pero yo ya me siento como obligada a actualizar esto de vez en cuando. Llamadme monguer.

Por eso vuelvo a hablar de Mad Men, sí, como todas esas que analizan la estética de la serie como si del Tractatus de Wittgenstein se tra(c)tara. Reconozco que me irrita leer esos post. Así que si a vosotras os pasa lo mismo, lo mejor es que no sigáis leyendo este.

Quedáis avisadas.


Si queréis podemos hablar de Megan Draper, que mola tanto que es o-diosa. Quiero su pelo, sus pantalones capri (todos) y sus suéters. Y por supuesto, sus pañuelos.

Chicas, hay que tener YA pañuelos de seda. Y un pañuelo, para molar, tiene que ser bueno y si puede ser, carísimo.

¿Qué también estáis en periodo prolongado de austeridad? Pues vale, acepto pañuelos no-prohibitivos como animal acuático, pero tienen que ser (repito) de seda. No cuentan la mierda pañuelos de poliéster que venden en Zara y Bimba y Lola. Para llevar esos, no lleves ninguno.



Llamadme extremista.

La historia está en que hay que ponérselos en la cabeza. Es verano, coño, nuestras abuelas llevaban pañuelos todo el rato cubriéndoles el pelo. Si no, mirad como Julia Ormond (graaaaande, qué viejuna está, pero graaaande) se pone tan divinamente los suyos antes de salir de casa en la quinta temporada de la bendita serie.

Cuando te decidas a ponértelo, antes de salir de casa, mírate al espejo. Si crees que pareces una amish, quítatelo.

No entiendo mucho de técnicas, pero yo diría que hay que doblarlos en pico y las puntas cruzarlas por DELANTE del cuello y atarlas en la nuca.



Ideal para no parecer una piojosa en playa!! Ahí os dejo que os pongáis uno de algodón fino. Os creeréis Jackie Kennedy en Capri, qué fuerte.



También mola como lo lleva rollo diadema Megan Draper:



Y Sofía... En verano ya nos dará igual ir despeinadas!!!!! Viva las diosas con pañuelo!!!:



Si no encontráis ninguno que cuele, que de el pego en plan barateiro pero de seda... pues tendréis que rascar el bolsillo.

Podemos hablar de los de Hermés, pero son demasiado caros y no es plan ponerse obscensa. Ahora habrá alguna que dirá "pues yo tengo uno auténtico que compré por dos euros en un mercadillo... en una tienda vintage...". Ñiñiñiñiñiñiiiiiii...

Así que no hablaremos de los de Hermés, hablaremos de los de Ascher London, que molan mil y tampoco son tan imposibles:







Los pañuelos de Ascher era überfamosos hace 60 años y por uno de ellos, uno que pintó Matisse, se llegó a pagar hasta 3 millones de libras. En la actualidad también podéis encontrar ediciones limitadas pintadas por artistas. Son bonitos, son arte, aunque va a ser que no...

Pues eso, que hay que empañuelar este verano.

Besos

Lula P.


Pd: Otro por cierto, gracias a Brenda Otero por citarme y enlazarme en SModa.

lunes, 4 de junio de 2012

Se llevan las Lolas

Quizá no sea tan guay como llamarse Apple, pero casi.

Desde hace unos años, todas las guayonis quieren llamarse Lola. Sobre todo las americanas y las inglesas. Y como ellas se llaman Kate o Kristen o Jeniffer, pues ponen Lola a sus hijas. Como si supieran pronunciarlo, cágate.

Esas guayonas ignoran la cantidad de perros que se llaman Lola y que en realidad las auténticas Lolas son Dolores o María Dolores. Eso es así. Inevitablemente así. Las Lolas tienen el yo dividido en dos: el yo cool y el yo vintage. Quizir, Lola is cool. Dolores is vintage.

Y cantan a los Kinks como si la Lola de la canción no fuera un travelo.

Pero la auténtica verdad absoluta es que la mayoría de las Lolas escupiría a los vecinos que aún se empeñan en llamarlas Dolores. Aunque eso es algo que sufren en silencio porque no es plan ir de histérica por esta vida. Las Lolas histéricas, cuando lo son, lo disimulan relajadamente.

Las Lolas no son Mias ni Gretas ni Chloés… No tienen ese toque chic ni esa finura superlativa y coolest de las Mias-Gretas-Chloés. No tienen el acento intelectualoide de las Fridas ni tienen que ser guapas por cojones como las Sofías.

Las Lolas son producto de temporada. Hay épocas en las que son lo más por  el puro exotismo de sus vocales abiertas, que junto a las eles provocan ese sonido sexual que representa su nombre.

Pero en otras épocas son cañís. Nombre de vieja como Clotilde. De lumpen como Gertrudis. Durante esos años, no puedes ser guapa si te llamas Lola.

La buena noticia es que las Lolas lo van a petar. Lola será el nombre del verano.

Pues eso, que se llevan las Lolas.

Y lo peor y más insoportable es que resultará que llamarse Lola es el colmo de la modernez.

En serio, soy modernofóbica.

Así que perdonad, pero dejadme que me corte las venas…



Sí, pienso ver Lola Versus y seguramente vomitaré aunque sea potable. Veré que aún eres guay si llevas vestiditos de flores y pitillos y bailarinas y haces como que lees a Foucault y que te corres escuchando a Coldplay.

O a lo mejor resulta ser un peliculón y yo habré demostrado una vez más que ser tan cínica es uno de mis graves defectos.

Besos a todas.

Lula P.