viernes, 24 de abril de 2015

Enamorarse


Me pasa con muy pocas personas y cada vez menos. Pero cuando me ocurre reconozco fácil ese sentimiento soberano y libre; indomable y narcotizante. 

Mis mejores enamoramientos me han durado (me duran) décadas. No os voy a hablar de mi marido, porque eso es amor y todo el mundo sabe que el amor es otra cosa, algo mejor pero infinitamente más aburrido. Por eso en esta vida la única salvación es conseguir salpimentar el amor con temporadas de enamoramiento.

Nenas, yo me enamoro a loco, a lo adolescente desatada. Me he enamorado de Marlon Brando, de Tom Hardy, de Fassbender... De Jax. De Charlie Hunnam no, yo por quien lubrico es por Jax. Jamás una barba y una moto fueron tan importantes. 

Ay, Jax, me has roto el corazón.

Que me enamoro, nenas, que me enamoro del personaje de una serie, del protagonista de una novela, de un músico, de una familia (los Panero, los Fisher...), de un periodista, de un artista... de una modelo. No hay una regla fija, no me ocurre de forma sistemática y, ya lo he dicho, me pasa cada vez menos. Pero cuando surge, es un locurón.

Uno de mis primeros enamoramientos me ocurrió con Gia. De eso hace ya muchos años y aún me sigue dando un repullo el corazón cuando miro sus fotos.



Ves a Gia, con toda su tragedia y su belleza, y te das cuenta (una vez más) de que esta vida puede ser muy hija de puta.



Ves esas fotos y te entra el vértigo.




Esas imágenes maravillosas y geniales te dan miedo. 


Te dan miedo porque no puedes entender cómo una mujer tan guapa pudo acabar tan mal. 



Te dan miedo porque no comprendes cómo lo hizo para ser la primera supermodelo y en tan pocos años acabar desahuciada y prostituyéndose por una papelina de heroína. 

Antes que Cindy, antes que Linda, que Claudia y que Naomi, antes que Kate Moss... Gia fue la primera y si miras otra vez esas fotos (míralas, no dejes de mirarlas, no puedes) verás que parece que se tomaron ayer. 











Gia fue la primera en posar así, el resto que vino luego no tuvo más que copiarla. 




Fue la musa de Scavullo!!! La protagonista de la mítica editorial de Vogue con fotos de Von Wangenheim.




Mirad esas fotos, por dios, y enamoraos!!! 






En esa sesión con Von Wangenheim conoció a Sandy Linter, la maquilladora, y se enamoró de ella hasta las trancas. 




Dicen que durante el tiempo que duró esa relación Gia no probó las drogas. Eso dicen, pero a mi Sandy me cae fatal, así que desconfío de ese supuesto efecto redentor. La cara y los ojos de Gia sugieren más bien lo contrario, maldición y hambre de autodestrucción.



Un día de estos nos daremos cuenta de que estamos aburridas de no maquillarnos nunca y decidiremos que la vida es mucho más bonita y divertida con sombras de colores, labios brillantes y mucho, mucho colorete. 






Un día de estos, queridas, estaremos tan hartas de la falsa naturalidad que nos abandonaremos a los placeres del cepillo, la laca y el secador.






Un día de estos... Y seremos felices!





Gia era la mujer que mejor ha llevado el traje de baño entero. Joder, a nadie, nadie, nadie, a nadie en toda la historia de la humanidad le sientan mejor los bañadores.




Lo sé, es una palabra horrible, pero yo digo BAÑADOR.









También puedes entregarte al morbo de buscar las marcas de los pinchazos en sus brazos. Están ahí, sólo hay que fijarse un poco.




Y ahí.




Esta fue la última portada de Gia. 


Iba tan drogada que la sesión fue una pesadilla, muchas veces se quedaba dormida en medio de un trabajo o la liaba parda porque entraba en el bucle de su desesperación, de su politoxicomanía. 

Las heridas en sus brazos eran ya tan evidentes que Scavullo hizo que los escondiera detrás de la espalda, en una postura que más que disimular provoca misterio, belleza y terror.

Luego dijo que no, que en realidad le pidió esa pose para que pareciera más delgada. Gia había engordado unos kilos durante ese año (o dos) que estuvo olvidada por todos y entregada a la maldición y a los placeres de las drogas. Scavullo la rescató y le regaló su última portada.




Después de eso, Gia cogió carrerilla. 



Se drogó hasta acabar con todo, en la calle y follando con cualquiera por una dosis. Una puta apaleada en los peores barrios de Nueva York que terminó contrayendo el virus del Sida y muriendo a los 26 años.









Dicen que fue cosa de su madre. Nadie del mundo de la moda acudió a su funeral. 







Un beso a todas.

Lula P.

PD: La película de Angelina Jolie es una puta mierda, os lo digo para que las que no la hayáis visto os ahorréis el trance. 

jueves, 16 de abril de 2015

Me lo merezco



Nenas, tengo un nuevo objetivo en mi vida. Ya no quiero ser francesa, ni megafrancesa. En pocos días saldré de la crisis de los 35 y eso se merece un cambio drástico, un copazo de realidad. Un atracón de optimismo, coño.

Yo ya no quiero ser francesa. Yo lo que quiero es ser Elsa Pataky.



Me merezco ser Elsa Pataky.


No puedo soportarlo.

Me merezco ser El-sa Pa-ta-ky.

Es muy duro darse cuenta de eso. Es jodido ver que la muy cabrona ha pasado de ser la chacha rechoncha de ‘Al salir de clase’ a la diosa del vestido blanco que es ahora. Mientras tú y yo pasamos por la vida así, rendidas ante la gravedad, Elsa se va cincelando divina entregada al diapasón holiwoodiense.

Me merezco ser Elsa Pataky. Punto.

Y como me lo merezco, voy a empezar convenciéndome muy fuerte de que tengo que dejar de desayunar donuts por la mañana, de que iré al infierno si ceno pasta y de que el chocolate no existe más allá del patio del colegio ni más acá que las mochilas de mi hijos.

Os digo una cosa, hay que ser muy hija de puta para contar que comes esto 

Quitando la primera, el resto te hace sentir gorda, sebosa, glotona y colgandera. Y la guayona de Dahne Javich, obviamente, la peor, la más cabrona. A mí me gusta comer, joder.

Eso es comer? Just breath!

Dahne,  ya me caes mal.

Me merezco ser Elsa Pataky. 

Elsa se ha convertido en una diosa, pero en una diosa que come. Sano, ecológico y lo que queráis. Pero ese cuerpo se alimenta seguro, no solo respira.

Y se llama Elsa, como en Frozen. Seguro que mi hija me querría más si me llamara Elsa.

Merezco tener toda la mañana para hacer ejercicio con entrenador personal.


Merezco desayunar zumos verdes ecológicos.


Merezco tener el culo prieto, los brazos contorneados.

Merezco esa clavícula, coño.

Merezco ir a mi facialista cada dos meses.

Sí, nenas, porque yo tengo facialista. Me encanta tener facialista. Me fascina la palabra facialista y la digo todo el rato.

Voy cuando puedo pagarla y últimamente lo que hago es comprarme cero ropa y visitarla más a menudo. Más allá de las limpiezas de cutis con florines y peelings químicos, a mí lo que me tiene loca es la luzpulsada intensa para borrar las marcas en la cara. Mortal. Voy a contar un poco más este punto y así os creo un nuevo runrún. 

Un auténtico y caro runrún. 

Os jodéis.

La IPL intensa elimina las marcas que tienes en la cara siempre que no sean melasmas. En mi caso es milagroso porque mi piel hiperpigmenta alarmantemente con cualquier granito y herida que me haga. Una vez cura, el rosa se vuelve marrón oscuro casi negro y tarda un año o así en desaparecer. Un drama muy grande.

Con el láser (no os despistéis, en lugar de decir luz pulsada intensa, digo láser) esas marcas se vuelven una costra muy fina que se cae a los pocos días y con ello la marca desaparece por completo. Además, la creación de colágeno se activa, con lo que a la semana mi cara tiene más luz que una supernova.

Ese cutis grita IPL:


Lo malo es que engancha. Engancha de mala manera y cuando mi cara se descontrola y me sale algún granito ya estoy pensando, joder, tengo que ir a la facialista!!!! Y claro, me arruino mucho.

En la mía cada sesión cuesta 250 euros. Es mucho dinero, pero nenas, no me compro ni bragas y ya está.

Me merezco ser Elsa Pataky, os lo digo de verdá.


Por ahora he vuelto al Pilates con máquinas, que es lo mío, lo único que no me aburre. Probé el yoga y me duermo, además de que no soporto que todo el mundo respire tan profundamente que parezca que me quieran robar todo el oxígeno que hay en la sala. Con eso no me puedo concentrar, les oigo respirar como si no hubiera un mañana y me entra la angustia de la muerte.

Yo prefiero el Pilates, subirme en esas máquinas del demonio y creerme Nadia Comaneci. 

Y luego está el TRX, que hago una vez a la semana.


Me merezco ser Elsa Pataky y hacer Pilates y TRX todos los días. Y luego llorar, porque yo cuando hago TRX siento unas ganas irrefrenables de llorar.

Y quiero hacer boxeo. Os lo he dicho? Llevo un año queriendo.


¿He dicho que me aburre el yoga? Sí, me aburre, pero no me doy por vencida. Soy una tía que mola, perseverante, y vivo en una casa donde la gente respira con tranquilidad y llena de plantas que crean un ambiente lleno de oxígeno, así que he comprado el DVD de Nadia Narain para practicarlo en mi salón con mi hija de 5 años, que se pirra con el yoga que les enseña su profe después del patio. 


Dicen que Nadia Narain es la mejor y que ese DVD mola todo, así que ya os contaré qué tal me va.

Merezco ser Elsa Pataky y hacer yoga todos los días en la playa de Malibú. 


Ahora solo tengo que empezar a creerlo.

Un beso a todas.

Pd: Amo a Jax.

Pd2. Post dedicado a las dos hijas de Lady Peterson.